Con Fernando Pérez Fernández
Cuando realizamos radiestesia con una vara de zahorí, como se hacía antiguamente, hacemos rabdomancia. Rabdomancia viene del griego rhabdos, vara y manteia, adivinación. Así que, adivinamos con una vara. En realidad, en occidente, la palabra rabdomancia era la utilizada para designar lo que hoy conocemos como radiestesia hasta hace poco más de un siglo.
La palabra radiestesia es muy nueva, creada por el abad Bouly hacia 1920 con las raíces del latino radium, radiación y el griego aesthesia, percepción por los sentidos o capacidad de sentir, expresando así el termino radiestesia como sensibilidad a las radiaciones.
La palabra zahorí, es muy interesante, viene del antiguo árabe hispánico al zuharí, similar al hebreo, el zoharí, ambas lenguas semíticas habladas en la península ibérica antaño, y que en su esencia significa, “el que hace el esplendor”. La palabra zahorí solo se utilizaba durante la antigüedad en la península Ibérica por la presencia árabe y denominaba a los buscadores de pozos para la extracción de aguas subterráneas.
En su origen hebreo, el esplendor, se expresa como el zohar. En árabe, el tercer astro más brillante en el cielo después del sol y la luna, se conoce como al Zuhara, para nosotros el planeta Venus, la diosa romana del amor, para los árabes, un magnífico esplendor en la oscuridad del cielo nocturno.
Cuando hacemos de zahorí, hacemos una luz, una claridad, un esplendor sobre algo oculto con una vara de madera que, en algunas ocasiones, expresa una respuesta sensible a un cambio en los campos geofísicos externos, o como diría Bouly, radiaciones telúricas.
El sistema que procesa la información que se obtiene con la radiestesia es indescriptiblemente complejo en contraste con lo sencillo que resulta el método, la radiestesia, en realidad es muy sencilla de practicar y si os apetece, os invito a que me acompañéis en esta breve clase de radiestesia con una vara de zahorí.